Escarabajo encontrado en un arenoso rincón de la provincia de Teruel. Foto: A. Bobed
El clima mediterráneo seco, como
el que se da en buena parte de la provincia de Teruel, se caracteriza por una
aridez y unas condiciones extremas que ejercen una labor cinceladora de los
paisajes, aunque también de los seres vivos que en ellos habitan. Este clima
tan peculiar y a veces tan exigente, no sólo marca el carácter de los
individuos de la especie Homo sapiens, conózcase
a algunos individuos de la zona, sino que también, impone un medio hostil donde
sólo las criaturas más fuertes sobreviven.
Una vez contextualizado el
escenario, comienza la curiosa historia que nos “contó” un diminuto ser al
cruzarse en nuestro camino en una tarde de este agobiante verano. Se
trataba de un pequeño insecto acorazado que se movía sin prisa pero sin pausa,
siguiendo un rumbo fijo, que nosotros éramos incapaces de comprender. Era la
hora en la que el sol empezaba a caer y el pico de actividad de los insectos se
disparaba.
Pero al observar detenidamente el
bichillo, algo parecía indicarnos que no había tenido precisamente unos plácidos
momentos; en su gruesa y abultada coraza lucía una especie de “herida” a modo
de hendidura, se trataba de un boquete en su esqueleto de quitina, con unos
labios irregulares, algo que sólo podía haberse producido con un objeto afilado
y movido con inusitada fuerza para lo pequeño de su tamaño.
Detalle del boquete que lucía el escarabajo en el exoesqueleto. Foto: A. Bobed
Tras unos instantes, mientras nos
deleitábamos con la rica actividad aviar presente en los barbechos de las
contornada, nos vino a la mente los más que probables autores del ataque;
cualquiera de aquellas collalbas posadas en las mojoneras, las elegantes
bisbitas que patrullaban el camino o las despistadas terreras camufladas en los
campos, podían haber agujereado de un violento picotazo tamaña defensa del
insecto semidesértico.
El escarabajo Pimelia sp. corretea por su medio compuesto de campos, estepas y lindes.
Dibujo: A. Bobed.
Pudieran ser ésta u otras muchas
hipótesis las causas de semejante desperfecto en el insecto, pero una cosa
estaba clara, sea lo que fuere no lo detuvo, porque allí se perdía, entre
aliagas y tomillos, el pequeño acorazado de la estepa.
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Cabe citar que nuestro protagonista pertenecía al Género Pimelia de la Familia Tenebrionidae. Se trata de unos
coleópteros típicos de medios xerófitos, que no poseen alas y cuyo género
presenta una gran cantidad de endemismos como los presentes en las Islas
Canarias.
Más información:
http://herramientas.educa.madrid.org/animalandia///////ficha.php?id=3439http://elviejoforestal.blogspot.co.uk/2011/02/escarabajo-pimelia-sp.html
El pequeño Pimelia sp. Dibujo: A. Bobed
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